lunes, 4 de septiembre de 2017

HABLA UN HOMBRE ALTAMENTE SENSIBLE








El armario cerrado es un símbolo. Es cuando no puedes hacer frente a una situación en la que los demás te van a ver de forma diferente.
Para la mayoría de los hombres PAS, su sensibilidad es como estar en un armario cerrado con llave por fuera.
Nuestra sociedad hace una asociación de palabras que en realidad no significan lo mismo. Asocian sensibilidad con debilidad de una forma automática.
Esto se dio en una conversación que tuve con una persona de confianza, con un amigo de años, al cual le dije que yo soy PAS.
Su respuesta fue que siempre fui muy débil.
Hace unos días, en mi FB personal, puse una pequeña reseña con las definiciones de ambas palabras:
debilidad.
(Del lat. debilĭtas, -ātis).
1. f. Falta de vigor o fuerza física.
2. f. Carencia de energía o vigor en las cualidades o resoluciones del ánimo.
3. f. afecto2. Sentía por él una gran debilidad.
4. f. coloq. Sensación de hambre.
sensibilidad.
(Del lat. sensibilĭtas, -ātis).
1. f. Facultad de sentir, propia de los seres animados.
2. f. Propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura.
3. f. Cualidad de las cosas sensibles.
4. f. Grado o medida de la eficacia de ciertos aparatos científicos, ópticos, etc.
5. f. Capacidad de respuesta a muy pequeñas excitaciones, estímulos o causas.
Estas definiciones están sacadas de la RAE. Como podéis ver son totalmente distintas ambas palabras, solo la tercera acepción de debilidad puede ser la que motive la confusión de ambas palabras.
Vivimos en una sociedad de estereotipos, en el cual ambos géneros, tanto hombres como mujeres, tenemos nuestros privilegios y desventajas.
Hace unos meses estuve en unas Jornadas sobre Feminismo y en uno de los talleres, sobre masculinidad, se habló precisamente de ambos puntos de vista. Y la diferencia entre hombres y mujeres fue brutal, ya que en nuestros grupos si llegábamos a las diez propuestas era un milagro, mientras que en los grupos femeninos pasaban las diez con holgura (e incluso las veinte) las propuestas.
Tenemos muchos privilegios, es algo muy cierto, ya que la sociedad patriarcal en la que vivimos nos los da desde el momento en que nacemos, al contrario que las mujeres.
Pero si te sales de  ese canon fijado, las cosas pueden volverse un poco más vagas.
Como dije antes, el estereotipo de hombre es ser fuerte, decidido, sin complejos. Es falso, a todas luces, por que TODOS tenemos nuestras inseguridades, aunque muchos no se atrevan a expresarlas públicamente, ya que si lo haces lo menos que te dicen es que eres un calzonazos.
En cambio, la sensibilidad en las mujeres es algo que se supone viene de “fabrica”. Ellas si pueden serlo, pueden mostrarlo. En cambio nosotros no, ya que según ese tipo de la sociedad ese hombre seria “defectuoso”.
La sensibilidad en un hombre nos hace ser muy reflexivos, que muchas veces se confunde con timidez o retraimiento, pensar las cosas, intentar poner en una balanza los pros y contras.
Voy a muchas asambleas y reuniones, ya que mi militancia en Podemos me esta acercando a estas. Y he de decir que la mayoría de las veces no intervengo, ya que me gusta escuchar el punto de vista de unos y otros (es un gustazo escuchar a algunos compañeros que tienen una experiencia muy dilatada en algunos asuntos). Solo hablo cuando tengo algo realmente importante que decir, cuando, después de haber escuchado las partes, tengo mi propia opinión formada sobre el asunto a debatir.
Y he de reconocer que la mayoría de las veces suma, no resta.
Veo claramente que esa es nuestra tarea, escuchar, sopesar e intentar ser útiles. Muchas veces las ideas no son claras, o otros compañeros se adelantan en la reflexión. En esos casos no intervengo, me quedo callado y escucho como lo exponen.
¿Tenemos dificultades? todas, nuestro rasgo nos la impone. La sobreactivación es una de ellas, con la cual tenemos que aprender a vivir. La sensación de bloqueo es una de nuestras asignaturas pendientes, una de las causas por las que nos pueden llamar “débiles”.
Otra dificultad es nuestra zona de confort. Y esta es importante, ya que siempre nos quedamos en una zona segura, donde nadie nos pueda lastimar o dañar. Es un síntoma de que no estamos haciendo bien las cosas, de que debemos de salir de ella y explorar nuestro entorno tanto físico como emocional.
Las emociones es otro de los puntos en el cual nos pueden atacar. Son muy intensas, tanto que son las culpables muchas  sobreactivaciones. Nos ilusionamos con muchas cosas o personas y muchas veces caemos en la dependencia de ellas. Y eso es algo que, en parte, debemos evitar, ser dependientes. No por ello digo que no debamos sentir nada, si no que tenemos muchas veces que dejar de idealizar eso que queremos y reflejamos. Las películas que nos montamos en nuestras cabezas son muy fuertes.
Es complicado ser hombre y sensible, ya que muchas cosas te pueden tocar. Una de las cosas que he hecho es dejar de ver los telediarios por que no puedo soportar las noticias sin conmoverme y dejarme arrastrar por sentimientos que van desde la pena hasta la ira.
Y es que muchas veces, casi todas en redes sociales, me indigno por la forma en las cuales se tratan ciertos asuntos, en los cuales tengo que tomar muchas veces partido y en las cuales, muchas veces, soy como un pato de feria al que todos disparan. Y eso es una sensación que no se la deseo a nadie.
Siempre intento hablar desde la cordura y evitando la descalificación de los demás, aportando hechos. Algunas veces logro mi objetivo y otras veces puedo encontrarme con los troles de turno. En esos casos lo mejor es no discutir con ellos, ya que siempre tienen la sempiterna sabiduría y la razón en todo lo que dicen, pese a que muchas veces sus argumentos tienen poco o ningún fundamento. No pienso gastar mis energías con seres de ese tipo.
Creo que el armario cerrado es el mejor símbolo que nos define. La única forma que tenemos de salir de el es rompiendo la puerta, que simboliza las costumbres patriarcales y machistas que tiene esta sociedad. Si logramos hacerlo, creo que en un futuro podríamos hablar de una igualdad real entre todos.



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