La necesidad de conseguir
aceptación, es una fuente importante de estrés.
Si analizamos durante un momento este aspecto,
nos daremos cuenta de que lo practicamos con
demasiada frecuencia para demostrar que queremos a nuestra familia o amigos y acabamos haciendo
cosas que no nos apetecen o que no deseamos.
demasiada frecuencia para demostrar que queremos a nuestra familia o amigos y acabamos haciendo
cosas que no nos apetecen o que no deseamos.
Ahora bien, queda claro que para
convivir, en ocasiones, no tenemos más remedio que llevar a cabo
acciones con las cuales fortalecer el vínculo o, sencillamente, cumplir con la propia sociedad. No
obstante, siempre hay un límite, que son los valores propios y, sobre todo, la dignidad personal. Cuando
nos alejamos de estos puntos y nos vemos obligados a demostrar cosas que no son auténticas, corremos
el riesgo de sufrir una crisis de identidad o una depresión.
acciones con las cuales fortalecer el vínculo o, sencillamente, cumplir con la propia sociedad. No
obstante, siempre hay un límite, que son los valores propios y, sobre todo, la dignidad personal. Cuando
nos alejamos de estos puntos y nos vemos obligados a demostrar cosas que no son auténticas, corremos
el riesgo de sufrir una crisis de identidad o una depresión.
Demostrar autenticidad es una
forma de libertad y de bienestar.
Un “NO” supone en ocasiones temer
hacer daño a alguien, o aún más, decepcionar a una persona que
queremos. A pesar de ello, esta palabra es esa llave capaz de abrirnos infinitas puertas y oportunidades.
queremos. A pesar de ello, esta palabra es esa llave capaz de abrirnos infinitas puertas y oportunidades.
Porque un “NO” a tiempo es un
“SÍ” en el instante más adecuado. Un
“NO” en el momento justo, aunque
nos cueste y sea algo muy duro, es darnos una oportunidad para empezar de nuevo y dejar de hacernos
daño.
Sin embargo, en caso de continuar con ello, lo que estaremos haciendo será alejarnos de nosotros mismos
y caer cautivos del sufrimiento inútil. La valentía de demostrar quiénes somos y lo que deseamos,
demostrar quiénes somos y lo que queremos, es una técnica de supervivencia muy necesaria. Es como
marcar un territorio, ahí donde los demás deben saber hasta dónde pueden llegar y qué es lo que se van
a encontrar en caso de sobrepasar esas líneas.
Las personas que no llegan nunca a marcar límites, dejan paso para que los demás sobrepasen esas
líneas pidiendo un poco más, esperando que siempre estén a su disposición sin respetar siquiera sus
derechos o necesidades. La indecisión, la inseguridad y una baja autoestima nos aboca a una continua
búsqueda de aceptación exterior con la cual sentirnos bien no es lo adecuado. Quien busca la aprobación
de los demás cae en una espiral de infelicidad muy peligrosa. Son esas personas que buscan agradar o
complacer siempre a sus parejas o incapaces de dar una negativa a la familia, aunque ello vaya en contra
de sus principios, porque temen por encima de todo decepcionar “porque solo así se sienten bien”.
nos cueste y sea algo muy duro, es darnos una oportunidad para empezar de nuevo y dejar de hacernos
daño.
Sin embargo, en caso de continuar con ello, lo que estaremos haciendo será alejarnos de nosotros mismos
y caer cautivos del sufrimiento inútil. La valentía de demostrar quiénes somos y lo que deseamos,
demostrar quiénes somos y lo que queremos, es una técnica de supervivencia muy necesaria. Es como
marcar un territorio, ahí donde los demás deben saber hasta dónde pueden llegar y qué es lo que se van
a encontrar en caso de sobrepasar esas líneas.
Las personas que no llegan nunca a marcar límites, dejan paso para que los demás sobrepasen esas
líneas pidiendo un poco más, esperando que siempre estén a su disposición sin respetar siquiera sus
derechos o necesidades. La indecisión, la inseguridad y una baja autoestima nos aboca a una continua
búsqueda de aceptación exterior con la cual sentirnos bien no es lo adecuado. Quien busca la aprobación
de los demás cae en una espiral de infelicidad muy peligrosa. Son esas personas que buscan agradar o
complacer siempre a sus parejas o incapaces de dar una negativa a la familia, aunque ello vaya en contra
de sus principios, porque temen por encima de todo decepcionar “porque solo así se sienten bien”.
Lejos de ver este tema como una especie de acto egoísta que nos aísle del mundo, hemos de verlo
como “una celebración de nosotros mismos”. En el momento en que tenemos claro lo que somos,
lo que queremos y lo que no estamos dispuestos a permitir, aparece una adecuada tranquilidad interior,
y nos relacionamos mucho mejor. Además, somos plenamente conscientes de que también los demás
tienen todo el derecho a ser auténticos, espontáneos y a mostrarse ante nosotros con sinceridad y
sin falsedades.
Nadie debe sentirse obligado a aparentar algo que no es. Sé quién soy y me siento libre.
como “una celebración de nosotros mismos”. En el momento en que tenemos claro lo que somos,
lo que queremos y lo que no estamos dispuestos a permitir, aparece una adecuada tranquilidad interior,
y nos relacionamos mucho mejor. Además, somos plenamente conscientes de que también los demás
tienen todo el derecho a ser auténticos, espontáneos y a mostrarse ante nosotros con sinceridad y
sin falsedades.
Nadie debe sentirse obligado a aparentar algo que no es. Sé quién soy y me siento libre.
Podríamos decir que la vida es, ante todo, un reencuentro con nosotros mismos donde, una vez que
alcanzamos esa “conexión interior”, podemos ser capaces de establecer relaciones más satisfactorias
con los demás. Es entonces cuando nos encontramos los unos a los otros en libertad, siendo
conscientes de los derechos de cada uno, de la magia de construir proyectos en común sintiéndonos
libres pero intensamente unidos a la vez. No es algo fácil de llevar a cabo, no hay duda; por ello vale
la pena ir poco a poco, y llegar a ese punto donde encontrar un adecuado equilibrio en el que dejar de
aparentar cosas que no somos o no sentimos.
alcanzamos esa “conexión interior”, podemos ser capaces de establecer relaciones más satisfactorias
con los demás. Es entonces cuando nos encontramos los unos a los otros en libertad, siendo
conscientes de los derechos de cada uno, de la magia de construir proyectos en común sintiéndonos
libres pero intensamente unidos a la vez. No es algo fácil de llevar a cabo, no hay duda; por ello vale
la pena ir poco a poco, y llegar a ese punto donde encontrar un adecuado equilibrio en el que dejar de
aparentar cosas que no somos o no sentimos.
Así que hay que dejar muy claro desde el inicio, cuáles son
nuestros valores y qué es lo que estamos
dispuestos a soportar y qué no, es una información muy necesaria para quienes nos rodean. Facilita
las cosas y, por supuesto, la convivencia.
dispuestos a soportar y qué no, es una información muy necesaria para quienes nos rodean. Facilita
las cosas y, por supuesto, la convivencia.
La valentía de decir
“no” es siempre un acto de liberación que merece la pena practicar más a menudo.