Cada peldaño que he subido en esta vida, me ha
costado media vida de la mía y parecía que como si me rompiera, pero sólo lo parecía…en realidad...
“He
aprendido a no dejarme llevar por las impresiones a primera vista o
impresionarme por el “traje” de la gente, a no importarme lo que piensen por
como yo pienso, a no pretender ser fuerte cuando me siento débil o fingir ser
feliz cuando me aprisiona el corazón. Me rio cuando me apetece y lloro cuando
lo siento así. En esta sociedad llena de falsas apariencias hace falta más
delicadeza, porque todos somos iguales, todos sentimos lo mismo, igual en
diferentes momentos pero al fin y al cabo son los mismos sentimientos. También
en esta fase he aprendido a escuchar, no escuchar las palabras que salen de la
boca de alguien, sino a escuchar de verdad…a ir más allá del sonido de las
palabras. He aprendido a respetar y a ser tolerante con cada persona que he
conocido, gente de todo tipo, gente que usa la manipulación para llegar a su
objetivo egoísta y malicioso, gente que quiere hacer algo por los demás pero no
lo hace porque siempre se queda esperando la oportunidad, gente valiente que
lucha contra cosas terribles, que te hace que te replantees tu vida, gente
maravillosa que no importa si está cerca o lejos, lo sientes y su
presencia te hace sentir bien…muy bien. Otra cosa que he aprendido es que con
la cara lavada también soy guapa y que no necesito maquillarme ni ponerme tanta
mierda en la cara para “ser” “más”…más que quién? Si yo no compito con nadie,
no pretendo superar a nadie excepto a mí misma en ciertas ocasiones y cuando yo
lo considere necesario para mi crecimiento personal y/o espiritual.
A no
dejarme vencer, a no dejar que una tormenta apague la llama…Y también he
aprendido, (esto más bien ha sido un aprendizaje de última hora) que nunca se
deja de aprender, no importa que tenga 21, 38,56 o 89…el aprendizaje es eterno,
va más allá de lo tangible.”
Leído
por ahí.
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